La OMS define a la depresión como un trastorno mental frecuente, caracterizado por la presencia de tristeza, así como pérdida de interés y placer; acompañado por sentimientos de culpa o falta de autoestima, lo mismo que trastornos del sueño y el apetito, sensación de cansancio y problemas de concentración.
Montenegro (2000), recaba diversas definiciones de depresión en la infancia y adolescencia: entre ellas encontramos: un estado de tristeza, infelicidad o dolor emocional como una reacción a un evento o a una situación no agradable o placentera. Del Barrio (2000, p.16), nos da otra definición de depresión, la cual nos dice que es un trastorno que se manifiesta a través de diversos síntomas que afectan al estado afectivo pero también el cognitivo y conductual, pero en el cual el punto central es la experiencia subjetiva de la tristeza. El mismo Del Barrio nos habla de la depresión como un estado de ánimo ya sea de melancolía o tristeza que se acompaña de una falta de interés por las cosas. García & Silverio (2005, p.454) nos habla de que la tristeza pasar de ser una emoción o malestar pasajero a provocar depresión.
Desde un punto de vista psicológico la depresión es un término genérico que se aplica a un conjunto de desórdenes de la afectividad cuyo rasgo esencial es una alteración del estado de ánimo unido a problemas cognitivos, psicomotores, psicofisiológicos e interpersonales, que ocurren como condiciones únicas o acompañados de otros estados patológicos.
Se puede definir la depresión infantil como una situación afectiva de tristeza mayor que ocurre en niños, se presenta de muchas formas e intensidades y de duración variable.
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