La presentación de este trastorno, muchas veces "disfrazada" de otro tipo de patologías, hace que su diagnóstico no siempre sea fácil, por ello surgen las escalas de valoración, las cuáles permiten establecer si un paciente ha mejorado, y cuánto. Entre ellas tenemos la siguiente:
Para la evaluación del trastorno afectivo de la depresión, se puede recurrir a la ESCALA DE HAMILTON.- Hamilton Depression Rating Scale (HDRS), que es una escala heteroaplicada, para ser utilizada en pacientes previamente diagnosticados con este trastorno, a efecto de evaluar cuantitativamente la gravedad de los síntomas manifestados y valorar los cambios del paciente deprimido. Se encuentra recomendada por el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos y consta de 17 ítems:
- Humor depresivo
- Sentimientos de culpa
- Suicidio
- Insomnio Precoz
- Insomnio Intermedio
- Insomnio tardío
- Trabajo y actividades
- Inhibición psicomotora (lentitud de pensamiento y lenguaje, facultad de concentración disminuida, disminución de la actividad motora)
- Agitación psicomotora
- Ansiedad psíquica
- Ansiedad somática ( signos físicos de ansiedad: sequedad de boca, diarrea, palpitaciones, cefaleas, hiperventilaciones, frecuencia de micción incrementada)
- Síntomas somáticos gastrointestinales
- Síntomas somáticos generales
- Síntomas genitales
- Hipocondría
- Pérdida de peso
- Introspección (insight)
Cada ítem tiene una variedad de respuestas posibles, que se cuantifican en puntuaciones que varían del 0-2 o bien, de 0-4. La puntuación total sobre la que se basa esta escala es de 0-52. Según la cual el instrumento AGREE, se recomienda usar los siguientes puntos de corte:
0-7 NO DEPRIMIDO.
8-13 DEPRESIÓN LIGERA/MENOR.
14-18 DEPRESIÓN MODERADA.
19-22 DEPRESIÓN SEVERA.
MAYOR A 23 DEPRESIÓN MUY SEVERA.
La evaluación psicológica clínica es un proceso continuo y dinámico presente en todas y cada una de las etapas del procesos terapéutico:
1. En las primeras sesiones en las que el clínico dirige su actuación a la identificación de los principa
les problemas del paciente, a la formulación de su caso y al establecimiento de una óptima terapia, con el fin de plantear objetivos y el diseño del tratamiento.
2. A lo largo de todo proceso terapéutico, se ponen a prueba las hipótesis formuladas en el análisis funcional del caso y se evalúa la respuesta al tratamiento en curso.
3. Al final del tratamiento y en las sesiones de seguimiento, donde se evalúa la efectividad de la intervención.
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